El castillo de San José en Lanzarote

¿Sabías que el castillo de San José nació con el objetivo de mejorar la defensa de los puertos de Arrecife, la capital de Lanzarote?. Construido durante el reinado de Carlos III a finales del siglo XVIII, esta fortificación sigue las características clásicas de las obras militares de este tipo pero, con el paso de las décadas, su misión defensiva había ido desapareciendo y el castillo entró en un preocupante estado de abandono durante el siglo XX. Afortunadamente, su destino dio un inesperado giro en 1976 cuando César Manrique propuso un plan de restauración y reconversión al Cabildo de Lanzarote.
César Manrique (Arrecife, 24 de abril de 1919-Teguise, 25 de septiembre de 1992) consiguió cincelar sobre el entorno natural una obra en perfecta simbiosis y equilibrio con el escenario en el que trabajaba. Interpretó como nadie la belleza y el valor del espacio que le envolvía, y plasmó en él su genial imaginación. Su legado y prestigio traspasaron fronteras pero, sin duda, es en Lanzarote, la isla que le vio nacer, donde logró manifestar en mayor medida su amor por el paisaje, ese que otros consideraban desértico, árido e inhóspito pero que para él era sinónimo de belleza. Así, desde el respeto, la admiración y la gratitud hacia el entorno en el que había crecido, elaboró su trabajo.
Su primera obra en Lanzarote, y quizás la más espectacular, fue Jameos del Agua, con la creación de un auditorio natural perfectamente integrado en una caprichosa formación volcánica. Su belleza, sus contrastes de luz y colores la convierten en un trabajo universalmente admirado. Esta obra puede resumir en gran medida lo que Manrique realizó durante toda su vida: composición de espacios en los que la aportación humana quedara armoniosamente integrada con el entorno natural, ensalzando su belleza y sus valores. El mirador del Río, su propia casa, en el Taro de Tahiche, el Monumento al Campesino y el Jardín de Cactus son otras de las obras más significativas del artista.
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