Visitas imprescindibles en su viaje a Lanzarote

En su próximo viaje a la isla de Lanzarote es imprescindible que programe siete visitas ineludibles a los Centros de Arte, Cultura y Turismo de la isla, que se erigen como principal referente turístico y que fueron creados para resaltar y proteger las bellezas de la naturaleza lanzaroteña. Los centros representan una síntesis de los valores naturales y culturales de la isla, por lo que su visita es obligada para conocer la verdadera esencia de Lanzarote.

El artista lanzaroteño César Manrique (1919-1992) fue su principal creador, quien supo conjugar, de manera sabia, el arte con la naturaleza de la isla. De esta forma, los Centros se han convertido en una versión moderna de la intervención tradicional de los lanzaroteños en su entorno, respondiendo a una forma de hacer muy arraigada en la población.

Siete visitas imprescindibles en su viaje a Lanzarote

De una manera concisa y apretada le describiremos cada uno de los puntos de parada de esta impresionante ruta por el arte y la naturaleza. Como primera parada, nos encontramos con El Mirador del Río, que se encuentra situado en lo alto del acantilado del Risco de Famara, a 400 metros de altitud, desde donde podemos contemplar una de las vistas panorámicas más espectaculares de Lanzarote. Se trata de una de las creaciones arquitectónicas más representativas del artista, donde plasma en la sucesión de detalles artísticos y arquitectónicos, su entusiasta proyecto de integrar arte y naturaleza. El Risco de Famara es un extenso acantilado que se desarrolla longitudinalmente a lo largo de 22 kilómetros en el extremo más al norte de la isla, frente a la pequeña isla de La Graciosa y los islotes próximos a ella.

Siete visitas imprescindibles en su viaje a Lanzarote

También en el norte de la isla, y siguiendo esta ruta mágica, nos encontramos con La Cueva de los Verdes; su formación es el resultado de la actividad eruptiva del Volcán de La Corona, datada hace aproximadamente hace más de 3000 años y que dio lugar a este extenso túnel volcánico subterráneo de más de seis kilómetros de longitud que discurre desde el cono volcánico hasta el mar. Pocas experiencias suelen ser más interesantes para un viajero en cuanto a aventura y descubrimiento, como el acceso a una cueva. Sin duda, visitar La Cueva de los Verdes es un verdadero viaje iniciático a las entrañas de la tierra. Una visita que pretende ser espectacular y única. El tramo visitable de La Cueva de los Verdes está formado por un kilómetro de galerías superpuestas con interconexiones verticales entre ellas. En algunos puntos llega a tener tres niveles y permiten al visitante descubrir nuevos espacios desde perspectivas diferentes.

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Los Jameos del Agua, al igual que La Cueva de los Verdes, se localizan en el interior del túnel volcánico producido por la erupción del Volcán de la Corona y se encuentran situados en la sección de este túnel más cercano a la costa. Deben su nombre a la existencia de un lago interior que constituye una formación geológica singular. Se origina por filtración al encontrarse por debajo del nivel del mar. El túnel es uno de los más largos del mundo con más de seis kilómetros de longitud. El desprendimiento parcial del techo de una sección de este túnel forma una abertura que permite el acceso a las diferentes grutas, desde el cráter del volcán hasta que se adentra en el mar en un tramo submarino de un kilómetro y medio denominado “Túnel de la Atlántida”. Es, sin duda, todo un espectáculo de la naturaleza, en el que se combinan belleza y el rastro inquietante de las erupciones volcánicas. En el interior del recinto descubrimos un lago natural de aguas insólitamente claras y transparentes. Este espacio, apenas intervenido, conserva la estructura con forma de bóveda de cañón propia del túnel volcánico. Su carácter catedralicio se ve reforzado por la presencia de un hueco en la parte superior de la bóveda desde donde, en días luminosos, se proyecta un haz de luz cenital que se hunde en la profundidad del agua. Este hábitat acuático subterráneo, de gran riqueza faunística, alberga más de una docena de especies endémicas de gran interés científico.

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Este sorprendente itinerario nos llevará también al Jardín de Cactus, que representa un magnífico ejemplo de una intervención arquitectónica integrada en el paisaje, en el que se mantiene el binomio inquebrantable de arte y naturaleza. Se encuentra situado en Guatiza (Teguise), en el centro de un entorno agrícola caracterizado por las extensas plantaciones de tuneras dedicadas al cultivo de cochinilla. El interior del recinto presenta una estructura circular, metáfora posible de los cráteres insulares. Una de las principales características de este recreado anfiteatro son sus paredes, formadas por terrazas descendentes del terreno, a modo de gradas en donde se exhiben las diferentes variedades de cactus. Como contrapunto idílico a la aridez del paisaje, existen pequeñas lagunas repletas de nenúfares y peces de colores. En los cinco mil metros cuadrados del centro existen más de siete mil doscientos ejemplares de más de mil cien especies diversas, originarias de lugares tan dispares como Perú, Méjico, Chile, Estados Unidos, Kenia, Tanzania, Madagascar Marruecos y Canarias.

Siete visitas imprescindibles en su viaje a Lanzarote

En la capital de la isla (Arrecife de Lanzarote), se ubica otro de estos magníficos centros turísticos: el Museo Internacional de Arte Contemporáneo, ubicado en la fortaleza militar de el Castillo de San José y sus salas reúnen y exponen las obras más significativas de la creación artística moderna. Los fondos del MIAC son el reflejo de una generación artística que sitúa su producción entre los años 50 y 70, con alguna obra concreta que rebasa este margen cronológico. Esta fortaleza fue construida en el siglo XVIII durante el reinado de la monarquía borbónica de Carlos III. La actividad portuaria, el crecimiento del núcleo poblacional, la necesidad de defensa de los ataques berberiscos y de los corsarios ingleses, crean las condiciones necesarias para demandar nuevas edificaciones defensivas de estas carcterísticas.

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En la ruta y en el centro geográfico de Lanzarote destaca una de las obras de César Manrique más cargada de referencias simbólicas: el conjunto arquitectónico de la Casa Museo del Campesino y Monumento a la Fecundidad,  que está formado por una serie de edificaciones que se inspiran en el prototipo de arquitectura tradicional lanzaroteña, conjugando los elementos tipológicos más característicos de las distintas zonas geográficas de la isla. Aislada sobre el horizonte, destaca una monumental escultura denominada “Fecundidad”, dedicada al campesino lanzaroteño. Está realizada con antiguos tanques de agua de barcos y diversos objetos pintados y ensamblados entre sí, formando un conjunto de formas geométricas de gran impacto visual. Ambos monumentos son  una mirada lúcida y vanguardista sobre la arquitectura insular y que en la actualidad cobra renovada vigencia debida, sobre todo, al puente que establece entre lo tradicional y lo moderno.

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Y, finalmente, no deben dejar de visitar el lugar más impresionante que ha dado la naturaleza a la isla: Las Montañas del Fuego o Timanfaya, forman parte de una amplia zona afectada por las erupciones volcánicas acaecidas en Lanzarote entre 1730-1736 y con posterioridad en el año 1824. Este largo proceso eruptivo, uno de los más relevantes y espectaculares del volcanismo histórico de la Tierra, cambió drásticamente la morfología de la isla quedando prácticamente sepultada una cuarta parte de la misma bajo un grueso manto de lava y ceniza. El paisaje volcánico producido por la actividad volcánica comprende un perímetro total de 174 kilómetros cuádrados, aunque el área protegida del Parque Nacional de Timanfaya sólo abarca una superficie de 51 kilómetros cuadrados, donde sucedieron las erupciones más importantes. A lo largo de Timanfaya se originan aún hoy anomalías geotérmicas, esto es, temperaturas inusuales en la superficie que provienen del subsuelo, concretamente de una cámara magmática residual a poca profundidad. A la entrada del Parque se encuentra el Restaurante ‘El Diablo’, obra también de Manrique, que actúa a modo de mirador sobre el paisaje volcánico. En el interior del Parque Nacional existe un tramo de unos 14 kilómetros acondicionado para su visita y denominado la ‘Ruta de los Volcanes’. El trazado de la carretera, perfectamente mimetizada con el entorno, se desarrolla a lo largo núcleo principal de las erupciones donde se localiza una concentración de elementos de interés geológico y geomorfológico, de gran singularidad, como hornitos, cuevas y malpaíses.